"No matter how hard the past, you can always begin again." ~ Buddha
Ahora paso a estudiar el capítulo segundo del libro AHÓRRATE EL DIVÁN de Philippe Grimbert, que recomiendo a todos mis lectores. Si no quieren comprar el libro, pueden leer estas notas sobre el mismo.
Los encantos del carácter depresivo.
En los días en los que el velo grisáceo aparece desde la llamada del despertador tranquilízate. No adoptes lo que haría "el otro", re-energizarse con gel frescor marino, vociferar La donna é mobile ni supervitaminarte o hacer yoga. Permanece en tu síntoma depresivo con gusto y delectación.
La donna e mobile
No te marques un plazo para acabar con ese estupor matinal. Analiza, en cambio minuciosamente, todas los desperfectos del naufragio. Mide con profundidad la envergadura del desastre. Empezar el día con el pie izquierdo, rojez de la nariz, forúnculo en el culo, perder el autobús, resbalar sobre una piel de plátano, pisar una mierda de perro, salir mal una entrevista, risitas a tus espaldas, hacer una mala compra, ...
Régimen sin sal.
Déjate llevar por la imaginación, gatos negro, sueño premonitorio de revés, principio de orzuelo, insinuación de lumbago, principio de catarro, malestar general, conjuntivitis, etc.
Un buen síntoma depresivo se cultiva en solitario.
El ejemplo no ha de seguirse al pie de la letra, siempre que sus variantes conduzcan a adoptar un estilo de vida rico en no-satisfacciones, lo más cercano posible al de un anacoreta.
Esto no es sinónimo de desvalorización del yo, al contrario, desolación rima con auto-compasión. El aislamiento cataliza el narcisismo: ¡nos queremos tanto cuando lloramos! Siempre habrá alguien que te perdone tus debilidades, que te asegure que el mundo es hostil y que por muy bajo que estés mantienes tu poder de seducción. Ese alguien eres tú mismo.
Cultura del narciso freudiano
Obras de Freud: La vida sexual, El fetichismo, Algunas consecuencias psíquicas de la diferencia anatómica entre los sexos, etc.
Freud supo ver en Narciso, el bello efebo que busca su propia imagen en el reflejo de un lago, al gemelo que hay en cada uno de nosotros.
El narcisismo es una manera de relacionarse con el propio cuerpo como si de un objeto sexual se tratase, acariciándolo y mimándolo. Aquí también es cierta la regla de "quien puede lo más, puede lo menos", lo sexual en sentido amplio contiene lo sexual en sentido estricto. El apoltronamiento solitario es un calco de los juegos dionisíacos de las parejas con un ahorro de energía tremendo. Sin preliminares, ni estrategias de seducción, ni miradas asesinas, ni noches en los garitos de moda, ni cenas hipercaras.
Para Freud, el narcisismo es una localización de la libido, que tiene su lugar e importancia en la evolución sexual regular del individuo. El narcisismo no es una perversión sino el complemento libidinal del egoísmo del instinto de auto-conservación presente en todo ser vivo.
Mantener la soledad por todos los medios es beneficioso para el florecimiento de ese narcisismo primario tan preciado para el niño y fuente de vida y de autoestima.
El yo narcisificado infantil es fuente de todas las perfecciones. Pero el adulto, expulsado de ese paraíso infantil, busca dirigir su amor hacia el YO ideal en sustitución del narcisismo perdido de su niñez. ¿Por qué entonces, no podemos mantenernos en ese YO infantil?, sabiendo que "lo mejor es enemigo de lo bueno" y que un hipotético ideal no es más que un sustituto y por tanto imperfecto ante la perfección narcisista infantil.
Autoflagelación musical
Para sentirse solo no hay necesidad de estarlo. Por ejemplo, el coche es el invernadero propio de la cultura actual. Puede ser el vehículo elegido para llevar tu depresión a buen puerto. En el coche tu pensamiento va sobre ruedas así que puedes aumentar la velocidad de tu estado depresivo. En el coche ves con claridad cómo puedes escindirte en el Superyó y el que se mofa de él. También puedes usar el equipo musical del coche como herramienta de tortura moral. El habitáculo del coche es un auditorio privilegiado y la música una forma de expresión apta para despertar la nostalgia. Pues antes de que entráramos en este valle de lágrimas, en el útero materno, empezamos a percibir el rumor del mundo exterior. La haptonomía, ciencia del comportamiento fetal, nos aporta pruebas sobre ello. El feto se bañó tanto en un universo musical como en el líquido amniótico. Aunque era una orquesta modesta, el ritmo de los latidos del corazón fetal asociados a los del corazón de la madre, la melodía de la voz de la mamá querida y la línea del bajo de la voz paterna.
Después apareció lo que Rank llamó el "trauma del nacimiento". Pero la música estaba allí para hacer más llevadero el asunto. Y la música ha estado omnipresente en tus primeros años. Ello explica que haya conservado íntegro su poder de seducción y de evocación, y que a día de hoy seas aún tan sensible a ella.
Estando en el coche puedes escoger las noticias, da igual quién las emita. Encontrarás razones para sentirte reconfortado en la idea de que este mundo fue una de las peores concepciones del Creador y que sería muy recomendable que se diera cuenta de su error lo antes posible.
En caso de que no invoques la Gehena puedes escuchar
El señor Jourdain es un personaje principal de "El burgués gentilhombre" de Moliere.
Gozar de los defectos.
Una invitación a una fiesta nunca debe rechazarse. Pero no para divertirte y ampliar tu círculo de conocidos sino para calibrar el abismo que te separa de los juerguistas.
Un vanitas es un estilo pictórico en el que se esconde por algún sitio la máscara que hace muecas sobre el funesto destino.
Los bon vivants están encantados de sus privilegios.
No gastes inútilmente tu energía, focalízala sobre tí mismo y reúnete con tu mejor compañía, la tuya. Así habrás pasado una buena tarde.
Oportunidades perdidas y queridos difuntos
Es primordial que hagas un recuento exhaustivo de tus pequeños fracasos y de tus grandes duelos. Mortifícate por tu pobreza de ingenio ante los pequeños traumas o pequeños conflictos en las que se te escaparon frasecitas que no estuvieron a la altura. Utiliza el "espíritu de la escalera", esta formidable máquina de arrepentimientos póstumos, por haber perdido la oportunidad de utilizar comentarios sarcásticos y certeros, como "Si tienes el físico de un paquidermo no entres en las cristalerías", "¿Por qué corre señora, a su edad ya le queda poco para llegar ... a la caja?
Has experimentado como cualquiera de nosotros duelos dolorosos. Debes hacerte a la idea de que no podrás verlos más. Pero ¿por qué ahorrarte duelos que te permitan ahorrarte la tristeza? Añade a la lista de los queridos ausentes aquéllos a los que tienes tendencia a olvidar: los conocidos de personas que ya has olvidado y los de dominio público, como víctimas de sección de sucesos y catástrofes naturales. Así te sentirás elegido y ennoblecido por tu sufrimiento. Te encontrarás así como el superviviente de un grupo numeroso. Serás un Aquiles pero multiplicado por mil, conteniendo el dolor por la muerte de su amigo Patroclo y tus beneficios como héroe trágico aumentarán enormemente.
Ni flores ni coronas
Freud describió el mecanismo normal del duelo: cómo retiramos la libido del amor perdido para poder de nuevo invertirla sobre el mundo de los vivos tras un cierto repliegue sobre uno mismo. Decía que un duelo normal termina al cabo de un año y medio y que un duelo patológico dura un tiempo ilimitado.
Séneca, en carta a Marcia, madre desconsolada, dice: Ha pasado un tercer año y tu desconsuelo no ha perdido nada de su virulencia inicial: renace y retoma vigor a diario y el tiempo lo ha legitimado, encuentra vergonzoso su cese. Todos los defectos se incrustan si no los silenciamos desde su aparición: lo mismo este estado de dolorosa melancolía que se impone a las peores crueldades acaba por alimentarse de su propia amargura y el sufrimiento de un alma infeliz acaba enmudeciendo bajo un placer malsano.
Para Freud, junto a nuestro pensamiento consciente cohabita ese gran Otro, el inconsciente, que ignora los procesos secundarios de la reflexión y funciona al ritmo de los primarios, en los que la intención justifica el acto y en los que predomina la satisfacción alucinatoria del deseo. El resultado es que una cosa y su contraria pueden cohabitar sin excluirse. Así, ¿qué hace el inconsciente para gestionar la desaparición de un ser querido, él que tan fácilmente desdeña la realidad? Pues bien, tu sabes que no la tiene en cuenta. Para el inconsciente nadie desaparece. Para Freud los muertos, los desaparecidos sobreviven en esa orilla extraña que las olas de la muerte no han podido alcanzar. Así que nunca podrás cerrar una tumba y por lo tanto podrás prestarte encantado al gozo morboso del recuento de tus muertos. Así sigamos escrupulosamente el consejo de Séneca: "Pasemos nuestros días sollozando, consumamos nuestras noches en la aflicción y el insomnio; arañémonos el pecho con nuestras propias manos, dañémonos incluso el rostro y demos vía libre a nuestra pena, aun a riesgo de que se torne hacia la crueldad." Y sin tener en cuenta lo que escribió a continuación: "Pero si ninguna de estas escandalosas manifestaciones de duelo hace volver a la vida a los muertos, si ningún sufrimiento puede modificar el rumbo del destino inmutable y fijado de toda eternidad, y si la muerte acapara aquello que se llevó, que cese entonces un sufrimiento tan inútil.
El autor ordena por fechas las muestras de rechazo que se apilan encuadernadas y así el legajo le sirve en las mañanitas pálidas o en los atardeceres grises, aprovechando el momento propicio, para el duelo de todas sus esperanzas. Y en ese sentido se anima porque Proust fue rechazado por la editorial Gallimard y Freud fue escarnio al principio de la comunidad científica.
No hay comentarios:
Publicar un comentario