lunes, 23 de enero de 2012
¿Hay algo más impopular que la UE?
¿Hay algo más impopular que la UE?: Inservible en sus medios de comunicación, incapaz de crear una opinión pública europea, una sociedad repleta de secretismos, "alambrada infranqueable" en su lenguaje incomprensible, impopular por su ingente burocracia, con una megalómana manía reguladora, opaca en su composición, incapaz de penetrar en el interés social, jerga de siglas, impotente para sustituir a los funcionarios nacionales por los comunitarios y evitar duplicidades, almacén de políticos molestos e inservibles, dictadura de la economía sobre la política y, finalmente, la última de las sospechas: ¿es una institución democrática? Estas son algunas de las duras y pormenorizadas críticas que Hans Magnus Enzensberger vierte sobre la Unión Europea en su último ensayo o panfleto, El gentil monstruo de Bruselas (Anagrama). Un libro breve, claro, rotundo, bien informado, irónico y a veces también mordaz e inquietante. ¿Escrito por un antieuropeísta? dirán quienes quieran descalificar al autor de El hundimiento del Titanic. Enzensberger no ha estado nunca en contra de los principios básicos de la UE, pero discrepa y da la voz de alarma sobre cómo se está construyendo este "monstruo" a espaldas y al margen del ciudadano europeo. Los europeos hoy circulamos sin complicaciones aduaneras, tenemos una moneda común, estudiamos en diferentes idiomas en distintas universidades y los Estados individuales, débiles para enfrentarse a las grandes multinacionales, lo hacen ahora con mayor seguridad a través de los órganos de la UE. Pero si bien se ha avanzado mucho, todavía nos quedan otros asuntos sometidos a los intereses individuales, por ejemplo, el control único del espacio aéreo que ahorraría costes y tiempo, la energía atómica y sus residuos, así como la triste cultura de las subvenciones.
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