Dos recientes situaciones como son la lectura y defensa de su tesis de doctorado por parte del señor Camps y la asignación de un mérito curricular que resultó ser “inexacto” por parte del señor Burgos Gallego, ponen de relieve una interesante patología existente en el seno de la clase política.
Investidos de poder por medio de las urnas no se ven suficientemente satisfechos y algunos también desean alcanzar el poder que da el mérito, pero su avidez les lleva a hacerlo por una vía espuria.
Lo irónico es que desde su posición política luego apenas si reconocerán el mérito de los que sí que obtuvieron su doctorado o su licenciatura en Medicina y escatimarán recursos para la enseñanza y la investigación o minusvalorarán el valor curricular a la posesión del doctorado como ocurre en las diferentes oposiciones a los cuerpos del Estado. Solo es comprensible desde su ambiciosa vanidad amparada por el silencio de sus conmilitones y de buena parte de la sociedad.— Manuel Alcántara. Catedrático de la Universidad de Salamanca y actualmente profesor en la Sorbona-Nouvelle.
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