domingo, 5 de febrero de 2012

El saldo de la lengua

El saldo de la lengua: La azucarada doctrina según la cual la lengua sirve sobre todo para entenderse es antiquísima y muy apta para la oratoria edificante, pero no debería dársele más crédito del quizá no muy generoso que le conceden los autores de esta clase de discursos. Cualquier observador atento sabe de sobra que el lenguaje no es casi nunca un medio para el acuerdo ni para la concordia, sino uno de los motivos de violencia más inagotables y traicioneros de que se tiene noticia. Y quien quiera consolarse creyendo que una lengua solo revela su rostro carnicero cuando se enfrenta a otras, hará bien en acudir al libro de los Jueces (12, 4-6), donde se narra con la mayor naturalidad cómo 42.000 efraimitas, que se esforzaban por disimular su condición, fueron degollados por los galaditas en los vados del Jordán al ser incapaces de pronunciar adecuadamente el primer sonido de la palabra shibbolet y no saber decir más que sibbolet: cuando la lengua es un cuchillo, con una sola letra basta.

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