martes, 7 de agosto de 2012

Comercio sangriento

Comercio sangriento:
El escándalo se hizo público como a propósito. Justo en el momento en el que el legislador quería elevar perceptiblemente la suave presión para que los ciudadanos, llegado el caso, donen órganos para trasplantes, se supo lo que todos sospechaban: en la donación de órganos no siempre es todo limpio.
En la clínica universitaria de Gotinga, y quizá también en Ratisbona, los datos de los pacientes se manipulaban para que algunos de ellos tuvieran opción preferente al trasplante. (...) Todos sospechan que este caso quizá solo sea la punta del iceberg. Y todos saben que en los Estados poco escrupulosos con los derechos humanos florece el tráfico ilegal de órganos. (...)
Pero uno se pondría las cosas demasiado sencillas si tras este escándalo se buscara como único motivo el afán de lucro. Eso es lo que mueve a las organizaciones criminales, aunque en el caso de médicos alemanes (...) las cosas podrían ser, generalmente, diferentes. Sin duda, recompensar con bonificaciones extraordinarias a los médicos que realizan muchas operaciones de trasplante abre la puerta a abusos. Pero cuando un médico manipula los datos (...) quizá no lo haga siempre con la intención de engañar, sino por deseo de ayudar; puede que, por razones humanitarias, termine actuando de forma criminal. (...)
Tras el escándalo de Gotinga, rápidamente se aportaron propuestas para mejorar el sistema. (...) Los ciudadanos tienen derecho a que el Estado cree estructuras que, en el buen sentido prusiano, estén sujetas a la ley y sean controlables.
Thomas Schmidt. Berlín, 3 de agosto.

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