Y es que esta criatura vive una media de 23 años (cuando la media en los otros roedores es de 8 años) y, además, no muestra síntomas de envejecimiento, poniendo en solfa algunas leyes de la biología: sus células no tienen síntomas del llamado estrés oxidativo, vinculado al proceso de envejecimiento y a enfermedades como la aterosclerosis y el alzhéimer. Por no desarrollar, no desarrolla ni siquiera tumores, aunque se traten de provocar en el laboratorio. Podría decirse, pues, que la rata topo “muere joven”.
Su genoma, publicado a finales del año pasado por un equipo de investigadores de tres continentes, tiene una serie de características que les diferencias de las de otros roedores: por ejemplo, hay genes que parecen hacer que las células madre del animal permanezcan más tiempo en los tejidos que en otros animales; y tienen 96 “familias” de genes únicas de su especie.
Si residís en España y os apetece echar un vistazo a estas criaturas que quizá nos permitan algún día entender las causas del cáncer y hasta de la solución para curarlo, la única colonia española que existe se encuentra en el parque Faunia de Madrid.
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