Dice mi amigo Capetillo que últimamente ando un poco indignado, y es cierto. Aunque realmente no sé si estoy indignado, cabreado, harto o cómo estoy. Lo que me extraña es que no esté todo el país del mismo modo, eso sí que me llama poderosamente la atención. Me asombra la capacidad que tenemos para soportar un bofetada tras otra, otro recorte, menos derechos y más obligaciones.
Y es que, si uno se pone a pensar todo lo que ha pasado los últimos años en este país no tiene otro remedio que indignarse, patalear o jurar en arameo. Eso dicta la lógica, aunque parece que otros muchos, a los que aún la crisis no les ha afectado o aquellos que tienen un sentido de clase distorsionado, entienden todo esto que nos ocurre como algo que sólo le pasa a los perroflautas, analfabetos o a los curritos de turno.
Entonces pienso y decido ponerlo todo en fila india: 5.833.521 parados, 25% tasa de paro, 52,34% de tasa de paro juvenil, 25,41% tasa de paro femenino, los recortes a la ley de dependencia, a la educación, a la sanidad, la privatización de ésta, hachazo a las prestaciones de los desempleados (¡qué se jodan!), subida del IVA y del IRPF, la reforma laboral, el 5% menos en el sueldo de los funcionarios y su correspondiente paga extra navideña (que les quiten la del verano que son unos parásitos), el rescate a la banca, la financiación de los partidos políticos, los desahucios y la mentira de la ley que pretende detenerlos.
El incumplimiento de casi la totalidad del programa electoral del PP (y no pasa nada, es por el interés general), la hipocresía del PSOE (todo eso que reivindican en la oposición y que no hicieron cuando gobernaban), la corrupción, el repago farmaceútico, el “tasazo” judicial, el abuso de las eléctricas y las petroleras, la dedocracia, la especulación urbanística, los aeropuertos sin aviones pero con conejos, los Ipad de los diputados, los SMS y las llamadas a los 902 de los senadores, los coches oficiales, las dietas por alojamiento aun teniendo dos o tres casas en Madrid, el mamoneo del tribunal de cuentas, la politización de la justicia, los beneficios fiscales de sus señorías o sus planes de jubilación.
Ahora que lo he puesto todo sobre un papel lo releo y pienso que estoy poco indignado para como debería de estar. Aunque me va a dar igual, vuelve dentro de tres años a las urnas, vota, quédate en casa, vete al campo o a la playa, haz huelga un día, maldice nuestra suerte en las cañas de los jueves con tus amigos, manifiéstate, pasa de todo, no leas los periódicos y si escuchas la radio mejor que sea música. Estoy empezando a entender a quien ve “Sálvame” o “La Noria”.
Y para finalizar, la prueba de que no nos queda la más mínima dignidad como país. Cualquier extranjero que compre una casa por un valor de 160.000€ le dan la residencia. Habrá que ver la letra pequeña del B.O.E. para saber en cuánto está la nacionalidad.
La cuestión está más clara que nunca y es aplicable a todo lo relatado aquí. Tanto tienes, tanto vales.
Si hoy nos preguntara Miliki: “¿Cómo están ustedes?”; respondería Fernando Fernán Gómez (se cumplen hoy cinco años de su muerte): “¡A la mierda!
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