Siempre que me confronto con otro ser humano, ocurre lo mismo. Primero, distingo ciertos ademanes, ciertas muecas, ciertas posturas; mis neuronas espejo se activan; repito exactamente esos mismos ademanes, muecas y posturas en mi interior, como si me pertenecieran, y, al hacerlo, por fin sé lo que te pasa: estás agobiada o meditabunda o irascible. Y, al tú estarlo, lo estoy yo también. A continuación, según el caso, buscaré consolarte, te dejaré en paz o huiré de ti. Puedo equivocarme, por supuesto -las neuronas espejo no son infalibles-, y creer que estás enojada cuando estás triste o triste cuando sólo sientes vergüenza. Leer a los otros, es decir, leer sus cuerpos para tratar de leer sus mentes, es una actividad que se aprende y refina con el tiempo tras observar a cientos o miles de personas o, minuciosamente, a una misma -a ti.
Cuando nos hallamos frente a una ficción, cuando la leemos, la miramos o la escuchamos, ocurre un fenómeno análogo -para el cerebro, lo sabemos, las imágenes mentales son siempre equivalentes-. Abro una novela, distingo las huellas que el autor ha dejado, las completo con los patrones que extraigo de mi memoria y descubro, de pronto, a un personaje -a alguien como yo.
Después, ocurre lo mismo: observo ciertos ademanes, ciertas muecas, ciertas posturas; mis neuronas espejo se activan; repito esos ademanes, muecas y posturas en mi mente como si me pertenecieran y, al hacerlo, por fin sé lo que le pasa -el personaje está agobiado o meditabundo o irascible-. y, al estarlo, lo estoy yo también. A continuación, según el caso, tendré el impulso de consolarlo, de dejarlo en paz o de huir de él -aun si, en este caso, no pueda hacer nada de eso y deba conformarme con proseguir el camino trazado por el escritor-. Puedo equivocarme, por supuesto -las neuronas espejo no son infalibles-, y creer que el personaje está enojado cuando está triste o triste cuando sólo siente vergüenza. Leer una novela, es decir, convertir ciertos signos en un personaje, y el personaje en una persona, es una actividad que se aprende y refina con el tiermpo tras leer cientos o miles de novelas o, enloquecidamente, una misma -ésta.
Leer la mente. El cerebro y el arte de la ficción. Jorge Volpi. Editorial Alfaguara.
Para leer más: ¿Para qué sirve leer? La utilidad de la ficción.
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