miércoles, 21 de marzo de 2012

Timos

Timos en tiempos de crisis con la complacencia de los gobernantes


  Siempre hay oportunistas y estafadores que como los buitres, saben rondar  y cebarse con los débiles. En  la cosa pública tampoco faltan los timadores.  El mas llamativo es el Timo de la propaganda electoral. Ya se sabe, político que no miente no cosecha votos, y lo triste es que el votante se ha acostumbrado a tal mentira. Así que al final el político engorda sus promesas y el votante las desinfla. El problema, como la fábula del lobo es que ya no se sabe a quién ni hasta donde creer ( “no subirán los impuestos”, “no pactaré”, “ garantizaré salarios”, etc) y quien sufre, cuando se rompe la confianza entre representantes y representados, es la Democracia.
 Otra artimaña clásica es el Timo del chivo expiatorio. Se trata de buscar una palabra que sitúe la culpa de los problemas públicos en algo etéreo o difícil de identificar. Bautizar al problema crea el espejismo en el ciudadano de que está próxima la solución. Poner nombre a la Bestia es el primer paso para acorralarla. Y así los políticos suelen poner nombre a los Alien que atacan la economía o la sociedad. Así por ejemplo, primero se hablaba tímidamente y bajo concreto significado del “Euribor” como foco de males, pero luego crecieron los problemas económicos y financieros y comenzó a hablarse de ese blanco móvil que son los “Mercados”, pero  para redondearlo se complementó con esa palabra mas redonda que es la Globalización, convertida en auténtica caja de Pandora (infecciones sanitarias, deslocalización industrial, conflictos bélicos, contaminación, etc).
 Esta reflexión viene al caso por un recientísimo sucedido real que me demuestra como el ingenio del sinvergüenza aflora cuando la Administración le brinda la ocasión.
 1. Se trata sencillamente de que al hilo del I Concurso Internacional de Relatos de Humor sobre la Administración y/o Universidad “Sonrisa de Quevedo”, procedí a solicitar la inscripción de la marca denominativa “Sonrisa de Quevedo” en el Registro de Patentes y Marcas.
Se trata de un procedimiento que se inicia a instancia de parte con un formulario y previo pago de las tasas, y si no media oposición fundada en el plazo de información pública tras su publicación en el Boletín Oficial de Propiedad Industrial pues se dictará la resolución de concesión. Pues bien, tras publicar el Boletín de la Propiedad Industrial de 12 de Marzo de  2012 la solicitud de dicha marca (“Sonrisa de Quevedo”) recibí dos cartas de diferente origen y propósito. Una de ellas, legítima, procedente de una Agencia Oficial de la Propiedad Industrial ofreciéndome sus servicios para llevar a buen puerto la inscripción. Otra, indecente, procedente de la denominada ODM S.R.L. bajo la pomposa rúbrica “ Patent Trademark Register” que con gran despliegue de símbolos, colorines y supuestos sellos oficiales me insta al abono de 525 euros como “cargo de Registración” en el plazo de ocho días; cuando uno se percata que el pago bancario es a Bratislaba y el cheque a Viena, y  observa las erratas de lenguaje supuestamente oficial, resulta palmario que se trata de una estafa en toda regla. Un burdo fraude. Así, el solicitante de marca de buena fe, con o sin agente intermediario, que recibe en su domicilio esta especie de factura oficial, posiblemente intimidado por la jerga, puede “picar” e ingresar el pago. Y de este modo, la única marca registrada que le quedará será la de primo o incauto del año.
  En fin,  estoy seguro que no soy el primero al que tienden la trampa y me pregunto si no sería sencillo que la Oficina de Patentes y Marcas tan pronto recibiese una solicitud de cualquier ciudadano o empresario, le enviase una carta advirtiéndole que ante cualquier abono que se le requiera, compruebe su autenticidad y en todo caso, consulte telefónicamente a la propia Oficina. Alguien dirá: “ no es nuestro cometido”“no está en el procedimiento dicho trámite”“ el ciudadano es mayor de edad”, etc, pero quizás otros dirán: no cuesta nada hacerlo y podemos evitar ser cómplices involuntarios de estafas.  De hecho, me comprometo a solicitar esta cautela general a dicha Oficina por escrito con el fin de que quede constancia para que desde la misma algo se actúe.
 2. Y ya con carácter general, lo que me extraña es por qué razón no se adoptan tales iniciativas de oficio por parte de la Administración para prevenir, que al amparo de sus actuaciones administrativas, los aprovechados intenten hacer el Agosto.
  Quizás es que la Administración tiende a actuar como los dinosaurios. Camina en lentitud hasta que es el último en enterarse del meteorito que lo mata.
  Por eso se han dado abusos bancarios a bombo y platillo (ej. Acciones preferentes, hipotecas envenenadas,etc) sin que la Administración los vigilase, dejando que engordasen porque no está bien molestar a las vacas sagradas cuando pastan y rumian.
   Y se han dado pucherazos de plazas y empleos públicos, para amigos y correligionarios, pero como nadie los impugna ( o no se entera nadie, o los que se enteran no tienen legitimación procesal) pues impunidad total.
  También son conocidas las prácticas de las empresas de telefonía con letras pequeñas en los contratos que dejan perplejo al consumidor, bajo la sombra de las Oficinas públicas de Protección al Consumidor, pero mas vale no escarbar mucho.
  Que decir de los notorios pelotazos urbanísticos sin que nadie los investigase pues cualquiera tira de la manta.
 Por no hablar de que nadie se atrevía a decirle al Rey que su yerno estaba desnudo…
 Y de la canción del elefante en la tela de la araña, que se aplica al ciudadano, al que subimos los carburantes y como vimos que resistía, fuimos a aplicar otro impuesto…
Timos y mas timos….
 3. En fin, si alguien quiere ver con claridad el tinglado que provocó el volcán económico-financiero en que nos vemos sumidos, recomiendo vivamente la película Inside Job (Charles Ferguson, 2010) cuyo tráiler ilustrativo tenéis
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 Pero si queréis quedar con buen sabor de boca aquí está una memorable escena del timo de la estampita de “ Los Tramposos”, con Tony Leblanc y Antonio Azores. Memorable.
Disfrutarlo y sonreír. 
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