Estoy indignada ante la noticia del saqueo de los fondos de cooperación internacional que se ha producido en Valencia. El director general de cooperación y sus adláteres han desviado en su provecho casi nueve millones de euros. ¿Han pensado por cuánto se multiplica ese dinero en el Tercer Mundo y todo lo que se hubiera podido hacer? Aparte del delito que se les ha imputado, se necesita ser desalmado y miserable para quedarse con el dinero de los más pobres entre los pobres.
Se suele decir que en países en desarrollo la ayuda no llega a las personas necesitadas porque se queda en manos de sus dirigentes.
Pues en este caso, Valencia está dando un buen ejemplo internacional dejando a España y a otras Comunidades en un lugar que no se merece.
Nunca hubiera podido imaginar que la corrupción fuera también acompañada del despojo a los que nada tienen.— Elena Vázquez Menéndez.
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