Los biólogos conocen esta conducta vampírica desde finales del siglo XIX porque las redes de muestreo salían siempre más llenas por la noche que por el día. Pero el alcance del desplazamiento en vertical no se descubrió hasta la Segunda Guerra Mundial, cuando la Marina de Estados Unidos se encontraba probando equipos de sónar para la detección de submarinos enemigos. En muchas de las grabaciones se apreciaba una desconcertante capa reflectora de sonido, que no era lo suficientemente profunda como para provenir del fondo del mar.
En un principio, el personal de la marina se refería a esta capa que reflejaba el sonido como "falso fondo", pero tras análisis más pormenorizados, se decidió cambiar su nombre por el de "capa de dispersión profunda", un estrato densamente poblado de organismos que parece una superficie casi sólida flotando en medio del océano". (La corriente del Golfo, Stan Ulanski)
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